Asomarse a la ventana de Málaga para descubrir el Mediterráneo es uno de los grandes placeres que tiene la vida del turista. O pasear por su emblemática calle Larios. Mejor dicho, por la calle del Marqués de Larios, que hay que hablar con propiedad. Málaga cantaora, como la llamara un poeta, es mucho más que cante, sol y Mediterráneo.
Fijaros si no en el Castillo de Gibralfaro que nos sirve de centinela en el horizonte de Málaga. Construido en el siglo XIV, al menos el que puede verse en la actualidad, sus torres y sus almenas sí que son una maravillosa ventana al azul intenso que duerme a los pies de la ciudad.
Desde el castillo, a muy pocos pasos, puede verse la Alcazaba de Málaga, construida en el siglo XI y los restos de lo que fue el teatro romano de la ciudad, del siglo I. Son tal vez los elementos más antiguos de Málaga. Murallas árabes, torres defensivas y varias puertas de entrada son el legado perfecto de lo que fue la vieja Málaga.