Autor -Juan Carlos

Palencia, ciudad bella y desconocida

La primera vez que estuve en Palencia me llevé la impresión de una ciudad que, conociendo mis gustos, debería haber visitado antes. Los rincones de su centro histórico y el legado monumental que ofrece hacen que mereza mucho la pena detenerse unos días en ella. Por algo a su elegantísima catedral la conocen como la Bella Desconocida. Casi se podría decir lo mismo de toda la ciudad.

Porque Palencia cobró fama y vida a raiz de la construcción de su primer templo catedralicio, allá por el siglo XI. Ciudad tranquila y sosegada donde las haya, todo empieza a cambiar a medida que uno se inmiscuye en los vericuetos de la calle Mayor. Sus soportales nos conducen hasta la esbelta Plaza Mayor, construida en el siglo XVII, y que alberga el Ayuntamiento y la Iglesia de San Francisco, edificada en el siglo XIII.

Cerca de esta plaza se hallan otros monumentos, como las iglesias de Santa Clara, del siglo XIV, San Lázaro, del XVI, y especialmente la de San Miguel, situada en el animado barrio del Mercado, y que fue construida entre los siglos XII y XIII. Todas ellas preámbulo del verdadero templo al que hemos venido a visitar, mejorando lo presente, como se suele decir, ¿verdad?.

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Cádiz, tres mil años de mar y libertad

Tan trimilenaria como su historia son los suaves atardeceres que se derraman en el Campo del Sur. Cádiz, la Tacita de Plata, la de los barrios de la Viña, el Pópulo y Santa María, la que chascarrillea con sus tertulias en el Mentidero y se viene a tomar el sol en la Plaza de San Antonio o la Playa de la Caleta, al abrigo del Balneario de la Palma.

El corazón de la ciudad late desde la Plaza de San Juan de Dios, escoltado por el edificio neoclásico del Ayuntamiento. Se divisa el mar, tras el puerto, desde esta plaza. El sabor a sal llega hasta los muros del Hospital de San Juan de Dios, y sube la empinada Cuesta de las Calesas que bordea el barrio de Santa María, barrio gitano, hasta los muros de Puerta Tierra. Por aquí se entraba, a mediados del siglo XVIII, a la zona antigua de Cádiz.

Por aquí se respiran los ecos del mar que rodea la ciudad. Desde Puerta Tierra hasta la Alameda, de allí al Baluarte de la Candelaria, el Castillo de San Sebastián, la Caleta, el Campo del Sur, la Cárcel Vieja y las cúpulas de la catedral nueva. El mar es una estela sibilina que amenaza con su estampa los muros de Cádiz.

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El Castillo de Almodóvar del Río en Córdoba

Viajo mucho en tren desde Madrid hasta Andalucía. Desde siempre una de las mejores estampas que me transmite la ventanilla de mi vagón es la silueta del Castillo de Almodóvar del Río, situado apenas a unos treinta kilómetros al suroeste de Córdoba. Parece una fortaleza infranqueable, encaramada en su montículo de más de 250 metros de altura, como si acabara de construirse.

Fue construido en el siglo XIII por orden del rey Fernando III el Santo, y su nombre original es el Castillo de la Floresta. A pesar de todo, ya se habla de la existencia de una fortaleza anterior. Tras la conquista cristiana, pasó a ser residencia real, cárcel de prisioneros y, más tarde, castillo de las órdenes de Calatrava y de Santiago.

Os puedo asegurar que este castillo impresiona a primera vista, especialmente porque se conserva en perfecto estado. Magníficas sus torres del homenaje y de la Escuela, fascinantes sus almenas, desde las que uno imagina unas vistas espectaculares de Almodóvar del Río y la silueta del Guadalquivir que campea asus anchas por estos contornos.

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Cáceres, un paseo por el centro histórico

No hay mejor ejemplo para volver atrás en el tiempo que pasear por el centro histórico de Cáceres. Patrimonio de la Humanidad desde 1986, es imposible no dejar de perdese en su entramado de casas señoriales, iglesias, palacios y conventos. La vida parece detenerse en cada esquina, suplicando el amparo de los turistas que se cuelan por sus rincones.

La Torre del Bujaco, construida en el siglo XII, nos sirve de antesala a este paseo por los siglos. Junto a ella, el Arco de la Estrella, que se abre frente a la Plaza Mayor. Seguidnos que nos perdemos por los vericuetos de cualquier tiempo fue pasado mejor en Cáceres. Pronto accedemos a una de las plazas más monumentales de la ciudad, la de Santa María.

Monumental porque en ella encontramos el hermoso templo de la Iglesia Concatedral de Santa María la Mayor, construida entre los siglos XII al XVI. Esa típica iglesia a la que, poco a poco, le fueron añadiendo elementos de todos los estilos. No olvidaros de visitar en su interior el Museo Religioso. Y, junto a la iglesia, el Palacio de Ovando, el Palacio Episcopal, el Palacio de Mayoralgo, la Casa y Torre de los Carvajal y el Palacio de los Golfin-Roco. ¿Es o no es una plaza monumental?.

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Olite, el palacio de Navarra

Cuando uno se acerca a la pequeña ciudad navarra de Olite, situada a unos 43 kilómetros al sur de Pamplona, va descubriendo poco a poco la hermosa silueta de su castillo fortaleza, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo. Se trata en realidad del Palacio de los Reyes de Navarra, uno de los castillos más hermosos que pueden encontrarse hoy en España.

Esta fortaleza nos invita desde la lejanía a conocer el pasado medieval de esta ciudad. Allí vivieron reyes y princesas, caballeros y cientos de leyendas. El parador se sitúa hoy sobre el Palacio Viejo, la parte más antigua de la fortaleza. Más tarde, en el siglo XIII, se construyó el Palacio gótico por orden de Carlos III. En este último palacio es donde se situaban las dependencias reales en la Edad Media. Desde 1925 está considerado Monumento Nacional.

En 1512, año en el que Navarra se anexionó a la corona de Castilla, el palacio dejó de ser residencia real y comenzó a deteriorarse. Os recomendaría visitarlo primero en sus alrededores, para luego entrar en el interior del recinto. Torres y almenas dan vida a un auténtico castillo de hadas. Fosos, patios y jardines, junto con la Torre del Homenaje y la Cámara de la Reina, son algunas de las dependencias más interesantes.

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Guadalajara, la ciudad del Infantado

Hoy estamos en la antigua Wad al Hayara árabe, una ciudad no demasiado grande para ser capital de provincia, pero que nos va a permitir pasar un fin de semana descubriendo algo diferente. Porque no es precisamente del turismo de lo que vive Guadalajara. No se ven demasiados turistas por sus calles, o eso parece. Sin embargo, tiene muchas cosas que ofrecernos…

La primera visita ya comienza fuerte, pues se trata posiblemente del edificio más emblemático de la ciudad. El Palacio del Infantado, uno de los mejores ejemplos de arquitectura isabelina que tenemos en España. Se construyó a finales del siglo XV, y hoy alberga el Museo Provincial. Podéis pasar al interior, y ver el precioso Patio de los Leones, aunque tal vez lo mejor sea la colección del museo, con obras muy notables.

Al salir del palacio nos sumergimos en la Calle Mayor, una de las principales de la ciudad. Toda esta calle atraviesa el centro histórico de Guadalajara, por lo que si nos guiamos por ella iremos descubriendo muchos lugares de interés. Al lado del Palacio del Infantado tenemos la Iglesia de Santiago, construida en el siglo XIV.

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Arrecife, capital de Lanzarote

Hoy en día escaparse a la isla de Lanzarote es uno más de los caprichos turísticos que podemos darnos. La mayoría de los turistas que vuelan hasta allí lo hacen atraídos seguramente por sus playas y su clima tan benigno durante todo el año. Nosotros también nos fuimos allá, aunque en esta ocasión nos sentimos llamados por Arrecife, su capital, con la intención de descubrir nuevos elementos que añadir a nuestro viaje de playas y piscina de hotel.

Arrecife es la capital de Lanzarote desde mediados del siglo XIX. Se halla al sureste de la isla, a muy pocos kilómetros del aeropuerto, un lugar en el que encontraréis muchos hoteles baratos. Es una ciudad que se puede visitar perfectamente a pie en un día, y que seguro que os deja con muy buen sabor de boca, especialmente por algunos de sus edificios tradicionales.

En primer lugar la Parroquia de San Ginés, muy típica y tradicional, con su hermosa torre al lado. En su interior hallaréis el curioso detalle de cientos y cientos de promesas y peticiones hechas en forma de ofrendas, mapas, velas, relicarios…

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