Archivo -febrero 2011

Santo Domingo de la Calzada, caminos de santos en La Rioja

El Camino de Santiago y Santo Domingo de la Calzada. Un camino santo y un humilde protector de peregrinos que llegó a mediados del siglo XI hasta esta ciudad de la provincia de La Rioja. Desde entonces a esta parte, Santo Domingo de la Calzada le debe mucho a su santo y a su camino.

Cuenta la leyenda que hasta aquí llegó Santo Domingo con la idea de hacer de su casa un albergue de peregrinos. Pero, se le fue la mano de tal manera que casi rediseña la ciudad por completo. Un puente, una iglesia, una calzada… el santo no paró hasta que Dios quiso, pero la ciudad y el enorme deambular diario de peregrinos hicieron el resto.

Si hoy visitáis Santo Domingo de la Calzada la impresión y el recuerdo del camino y su santo os la llevaréis con vosotros. Porque dicen que Santo Domingo es una ciudad para el camino, y a fe que es más que verdad. Y como ciudad de importancia en su ruta hacia Compostela, hubo de hacer acopio de una catedral.

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Ibiza, el secreto de la isla

Cuando le dije a un amigo que me escapaba en Navidades a Ibiza, casi se echa las manos a la cabeza. ¿Porqué?, ¿porqué esa imagen de una Ibiza exclusivamente divertida y atractiva en verano?, ¿porqué pensar que la isla solo nos pueda dar lo que le pedimos tras la barra de una discoteca, o al abrigo de alguna de sus playas?.

Si supiérais la historia que tiene Ibiza, si supiérais los frágiles atardeceres que se derraman sobre la Dalt Vila, su casco viejo… Porque Ibiza duerme tras de sus viejas murallas del siglo XVI, los muros que la defendieron de los ataques de los piratas berberiscos. Como véis, cuatro siglos atrás ya venían aquí con ganas de «fiesta»…

En invierno resulta un verdadero placer pasear por Ibiza. Apenas hay turistas, por lo que puedes sentir mucho más intenso el peso de los siglos en las viejas paredes de la ciudad. Lugares como la tremenda Portal de Ses Taules, una de las puertas que daban acceso al interior de Ibiza, o el baluarte de Santa Lucia son algunos de sus elementos más representativos.

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Cangas de Onís, la puerta de los Picos de Europa

El silencio que desprenden las cumbres nevadas de los Picos de Europa es una sensación que produce incluso vértigo. La silueta que emerge ante nosotros es extraordinaria. Estamos frente a uno de los parques nacionales más conocidos y visitados de España. La belleza de sus paisajes y la riqueza de su fauna hace que se inunde de senderistas y aventureros.

Estaba alojado en Cangas de Onís, ciudad situada a unos setenta kilómetros al este de Gijón, puerta de entrada de este parque nacional. ¿Sabíais que esta fue la primera capital del reino de Asturias, en tiempos del insigne Don Pelayo?. Ya no es ni mucho menos aquella Cangas de Onís de hace más de mil años. Aunque, ni falta que le hace…

En cualquier época del año la ves llena de turistas. Y es que desde aquí quedan precisamente muy cerca los Picos de Europa, o Covadonga, con su santuario y sus lagos. La naturaleza y la historia funden a Cangas de Onís en un abrazo perpetuo.

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Combarro, hórreos y cruceiros en Pontevedra

Recuerdo que estábamos veraneando en Sanxenxo, frente a la Playa de la Lanzada, la misma que todos los veranos recorre de punta a cabo Mariano Rajoy. En la pequeña guía de viajes que llevaba de las Rias Baixas vi unas fotos de un lugar que me llamó mucho la atención. Un lugar típicamente marinero, en donde los hórreos, la piedra y los cruceiros salpicaban su entorno.

No pude por menos que organizar una excursión hasta Combarro, apenas a diez kilómetros de Sanxenxo y a unos siete kilómetros de Pontevedra. Declarado en 1972 Conjunto Histórico Artístico, Combarro es el sabor y el tipismo de Galicia llevados hasta el extremo dulce del mar y el vuelo blanco de los cormoranes.

Sus calles y plazas empedradas, de rancio sabor marinero, ofrecen un sugerente recorrido de hórreos y cruceiros. No hay que andar mucho para ver el mar en Combarro. Su arquitectura tradicional de arcos y soportales de roca viva, dibujan un horizonte azul en el que hallar la esencia de esta zona.

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Teruel, un paseo por el centro histórico

Llego por carretera a Teruel. Como siempre, me saludan efusivamente sus hermosas torres mudéjares, Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1997. Hace frío, pero es lo propio del invierno turolense. La gente pasea por sus calles bien abrigadas.

Teruel en invierno siempre me recibe con esa sonrisa pequeña y sombría. Atravieso el Puente Nuevo, y dejo el coche a la entrada del centro histórico. Toca pasear una vez más por esta ciudad, disfrutando de su lento discurrir por la vida.

Rápidamente callejeo buscando la Plaza del Torico, céntrica, porticada, moderna. Como si de un ritual mágico se tratara, siempre comienzo mi deambular por Teruel desde el monumento al Torico. No me preguntéis el porqué. Me lo dijo un amigo de la ciudad: empieza siempre desde aquí, y «turolea»…

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La Coruña, la ciudad de cristal

A La Coruña la llaman la Ciudad de Cristal. ¿No os resulta curioso que a casi todas las ciudades les pongan un apelativo, una especie de apellido que la identifique?. Pues a esta capital gallega le viene como anillo, o cristal, al dedo. Daros una vuelta por la Avenida de la Marina, y luego me contáis…

Vale, os cuento el secreto antes de verla. La Avenida de la Marina se sitúa frente al puerto deportivo. Una larga hilera de cristaleras y ventanales, las Galerías de la Marina, miran hacia el mar. El mar les responde con su silueta cristalina. Al atardecer, el espectáculo que se posa en los ventanales es de admirar. Y piensas… ¿Ciudad de Cristal?…

Pero La Coruña también es de cristal en su largo paseo marítimo. Tan delicada, tan elegante, sorprendida a cada paso ante el impetuoso volcán de espuma que se arremolina frente a las playas de Riazor, el Orzán y Matadero. Asomaros a la blanca balaustrada, especialmente a la altura del Museo del Hombre, el Domus, el único en su estilo en España.

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Huelva, un paseo por el centro

Oí decir muchas veces a un amigo que estudiaba allí que Huelva era una ciudad sin mucho interés. Los estudiantes universitarios solían ser buenos turistas, por lo que me previne un tiempo antes de ir a visitar la capital onubense. Cuando ya no tuve más remedio, me acerqué hasta ella, y descubrí que el interés se lo dejaba para quien quisiera descubrirlo.

Porque Huelva podemos decir que es una ciudad genuina, que ha intentado explotar desde siempre sus recursos colombinos. Precisamente bajando la Avenida de Cristóbal Colón nos adentramos en el centro de la ciudad. La Plaza de Toros marca la frontera, y ya desde allí casi se divisa la silueta de la Catedral de Huelva.

Me gustó su interior. No es una de esas catedrales imponentes, casi estridentes para los que gustamos de lo sencillo y delicado. Si la visitáis os aconsejo ir en busca del panteón de los Condes de Niebla y la talla de la imagen de la Virgen de la Cinta, obra del ilustre escultor Martínez Montañés.

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