Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad de Cuenca, abrazada por los ríos Júcar y Húecar, se alza sobre los mismos precipios de rocas calizas que la hicieron una villa inexpugnable durante la Edad Media, cuando el rey Alfonso VIII la reconquistó a los musulmanes.
Uno de los recorridos urbanos con más sabor de Cuenca es de la calle Julián Romero que, prieta de viviendas populares, lleva hasta el famoso puente metálico de San Pablo.
Desde la metálica pasarela peatonal, obra del ingeniero Fuster, conocida también como el «Puente de Hierro», se puede contemplar el gran escenario de la hoz de Húecar y, sobre todo, admirar el símbolo de la ciudad: las casas colgantes.