Sitges, patrimonio de la alegría en Barcelona

Ahora que se acerca el veranito seguro que muchos de vosotros ponéis vuestras miras en una ciudad como Sitges. Situada a unos cuarenta kilómetros al sur de Barcelona, a poco de cruzar el Parque Natural del Garraf, sus playas, discotecas, hoteles y apartamentos son el principal reclamo para pasar un verano inolvidable.

Pero, ¿alguien se ha parado a pensar que Sitges podría ser mucho más que eso?, ¿alguien ha estado alguna vez en Sitges fuera de la temporada de verano propiamente dicha?. Si algunos de vosotros habéis respondido afirmativamente a la segunda pregunta, seguro que estaréis conmigo que esta ciudad es todo un tesoro por descubrir. ¿El verano?. Por supuesto, pero Sitges también se merece otros turismos.

Porque desde su origen romano, Sitges ha sido un enclave importante en el Mediterráneo catalán. La ciudad nació en lo que hoy se conoce como la Punta, una pequeña colina que se sitúa detrás de la playa. Es aquí donde comenzamos nuestra visita histórica y monumental a la ciudad.

Es una pena que, donde hoy se levanta el Ayuntamiento, la conocida como Casa de la Vila, estuviera el castillo de Sitges desde el siglo XI, y del que ya no nos queda nada, al ser demolido en el siglo XIX. Desde aquí podemos seguir la línea que nos marca el paseo marítimo para visitar uno de los monumentos más significativos de Sitges, la Iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla, construida en el siglo XVIII, y en la que destacan especialmente sus torres campanario.

Las callecitas empinadas de los alrededores de esta iglesia, rodeadas de pequeñas casitas pintadas de blanco, nos ofrecen el aspecto más tradicional y pesquero de la ciudad. Un espacio en el que Sitges vive los tiempos en los que apenas era un pequeño pueblo.

Al lado de esta iglesia se halla el Museo Maricel, cuyo edificio data de la Edad Media. Este museo alberga una importante colección de esculturas, pinturas, cerámica, vidrios, mobiliario… Hay otro museo muy interesante en Sitges, apenas a diez minutos a pie de este último. Se trata del Museo Romántico de Can Llopis, que guarda una curiosa colección de muñecas europeas de los siglos XVII al XIX.

No podemos quedarnos sin visitar el Cau Ferrat, un museo modernista creado por Santiago Rusiñol, el paseo marítimo, las playas, situadas al norte y al sur de la ciudad. Porque Sitges termina siempre en el mar, en ese horizonte azulado que se extiende a sus pies y la baña contínuamente de alegría. Porque, si de algo presume Sitges, es de mar y alegría.

Foto Vía La Rueca Patchwork

 

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