Cariñena, la capital «espiritual» de Aragón

Cariñena  es una precioso pueblo perteneciente a la provincia de Zaragoza (Aragón). Se trata del centro de la región vitivinícola de la Denominación de Origen homónima, en la comarca de Campo de Cariñena. Y para muchos es la segunda capital, la «espiritual» de Aragón.

Cariñena tiene una población de apenas tres mil personas, pero es uno de los más prósperos enclaves de toda la geografía aragonesa por la reputación de un vino que Cervantes elogiara como propio del «montuoso Aragón», fruto de la uva garnacha.

Cariñena conserva recoletos rincones en su casco antiguo, rodeado de bodegas y modernas instalaciones de tratamiento del vino como la Estación Enológica, que vela por la calidad de los caldos favorecidos con la Denominación de Origen de la comarca.

Comenzamos la visita con el Ayuntamiento. Aunque la obra tardó en concluirse casi doscientos años, se respetó el original diseño renacentista. En sus cercanías hay varias tabernas típicas, interesantes por su ambiente y oferta.

A renglón seguido, nos dirigimos a la iglesia parroquial. Del primitivo edificio gótico solamente resta la majestuosa torre de planta octogonal. Sus sillares se ven coronados por almenas. El templo nuevo es de estilo barroco; las obras duraron desde 1694 hasta 1734, fecha de su consagración. Contiene  valiosas piezas artísticas, entre las que destacaríamos el baldaquino del altar mayor y el busto labrado en plata de Santa Ana, custodiado en las dependencias del Museo Parroquial.

Además, hay que contemplar las Murallas. De las fortificaciones medievales subsiste un torreón construido en el siglo XIV, cercano a la plaza plaza de toros de la villa.

Por último, en la zona de Cariñena cabe la posibilidad de visitar alguna bodega vinícola, donde se pueden ver los procedimientos de elaboración de los caldos del país y se pueden adquirir sus mejores productos. Siempre conviene concertar la cita previamente. Sobresalen estas bodegas: Monteviejo, Morte,Grandes Vinos y Viñedos, Cariñeña Vinícola, San Valero e Ignacio Martín.

Foto vía Gestiona