Archivo -enero 2011

San Vicente de la Barquera, estampa de Cantabria

Para muchos es un pequeño pueblo en Cantabria, que tal vez ni tan siquiera sabrían situar correctamente en el mapa. Para otros, los que hemos tenido la oportunidad de ver dibujada su silueta de mar y montañas, es uno de los rincones más bonitos del norte de España. Muy poquito antes de llegar a Asturias, vive San Vicente de la Barquera.

Atravesando el viejo Puente de la Maza uno empieza a descubrir que aquí en San Vicente las cosas no ocurren por casualidad. No es casual que imaginemos esta zona como la España verde, porque lo es, o que pensemos que, tras cruzar este puente del siglo XV, no vayamos a toparnos con un gran legado monumental, porque no es cierto.

En San Vicente de la Barquera hay atractivos para todos los paladares. Naturaleza, historia, gastronomía y una profunda tradición popular. Por algo San Vicente ha sido desde siempre, especialmente con la llegada del Camino de Santiago, uno de los rincones más importantes del norte peninsular.

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Mérida, corazón romano en Extremadura

Emérita Augusta, o lo que es lo mismo, una de las ciudades más impresionantes de la época romana. Una de las ciudades más brillantes, a la que no creo que le hicieran sombra muchas durante la vieja civilización de las legiones y los emperadores. Hoy Mérida vive y luce con orgullo su pasado, su historia, su encanto de ruinas y vestigios inmemoriales.

Tuve la suerte de asistir a un espectáculo en su impresionante teatro romano durante el Festival de Teatro Clásico que se celebra todos los veranos en la ciudad. La visita que pudimos hacerle al día siguiente me llevó a conocer aquel legado construido en el año 15 a.C por Marco Agripa, yerno de Augusto.

Con capacidad para seis mil espectadores, uno no puede dejar de admirar aquel colosal oasis de columnas y esculturas. De noche, durante la representación era casi imposible seguir el curso de los actores. No parabas de deleitarte con todo el conjunto.

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Ciudad Rodrigo, legado medieval en Salamanca

Siempre me gustaron esas ciudades que aún conservan como oro en paño su legado de los siglos. Pasear por sus callejuelas es como ir a lomos de la historia, visitando viejas leyendas bajo el sonido del rechinar de los caballos. Ciudad Rodrigo, en la provincia de Salamanca, es uno de esos rincones perdidos en el oasis del tiempo.

Su extensa muralla da buena prueba de las viejas historias que habrán quedado salpicadas en sus muros. Construida en el siglo XII, cuenta con más de dos kilómetros de longitud. Es una delicia subir a ella y poder disfrutar, cual eterno centinela, de las vistas que ofrecen sus miradores.

Pero, claro, si tenemos murallas, habemus castillo, ¿no?. Efectivamente, el Castillo de Ciudad Rodrigo fue construido en el siglo XIV sobre un promontorio. Aunque hoy se ha decantado totalmente por el turismo, no en vano es Parador Nacional, no ha perdido parte de su encanto, con la imponente torre del homenaje.

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Jaén, la capital del Santo Reino

A Jaén se la conoce como la Ciudad del Santo Reino. Y a fe que, cuando la visitas, te imaginas que durante la época musulmana debió de serlo precisamente. Un Santo Reino que duró hasta 1246, cuando Fernando III la reconquistara para las tropas cristianas.

Desde entonces y hasta ahora Jaén ha vivido siempre protegida por su maravilloso Castillo de Santa Catalina, que hoy en día alberga el Parador Nacional de Turismo. Si queréis daros un pequeño capricho, es un enclave perfecto para vivir como en aquel Santo Reino musulmán. Si no es así, las vistas nocturnas que desde el centro histórico de Jaén se tienen del castillo son preciosas.

El paseo por la ciudad lo podríamos comenzar sin duda en la Plaza de Santa María, corazón de Jaén. Allí se levanta desde mediados del siglo XVI la catedral de la ciudad, construida como muchas otras sobre la antigua mezquita. Fijaros en sus dos torres, de más se sesenta metros de altura.

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Un paseo por el centro histórico de Madrid

Pues sencillamente porque Madrid es desde el siglo XVI capital de España, y una de las ciudades más cosmopolitas. Por esto y por otras razones, que nos llevarían mucho de explicar, hay que planificar en alguna ocasión una escapada hasta este rincón del centro peninsular.

Aquella Mayrit de los árabes hoy se ha convertido en un referente cultural en toda regla. Desde el centro histórico podemos comenzar nuestra visita en la «televisiva» Puerta del Sol, con la Casa de Correos y la Iglesia de San Ginés, siguiendo por el célebre Convento de las Descalzas Reales, fundado en el siglo XVI por Doña Juana de Austria, hija de Carlos V.

Si continuamos hablando de conventos y monasterios, habría que situarse en el cercano Monasterio de la Encarnación, de principios del siglo XVII, antes de llegar a la emblemática Plaza de Oriente, un lugar muy madrileño, con la estatua ecuestre de Felipe IV y el edificio del Teatro Real.

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