A 43 kilómetros de Vitoria y situada al pie de la sierra de Tolobo, Labastida reivindica el título de la capital del vino de La Rioja y es una de las villas alavesas con más carácter y en la que no faltan los misterios, como unas extrañas tumbas antropomorfas que salpican sus alrededores y algunos templos de la villa.
Sus casco antiguo resulta un sorprendente muestrario de monumentos barrocos y los restaurantes de Labastida son famosos por preparar mejor que nadie las especialidades típicas riojanas, entre las que no hay que dejar de probar las patatas con chorizo ni las chuletillas de cordero a la brasa. Todo ello acompañado con el buen vino de la tierra.