Prácticamente colgado del acantilado, este tranquilo pueblo marinero le debe casi todo a su puerto, uno de los más antiguos de Guipúzcoa. En otro tiempo, Mutriku fue refugio de una importante flota que, tras las sucesivas crisis, ha quedado reducida a unos pocos barcos.
Ahora, desaparecida casi también la industria conservera, Mutriku se ha convertido en una apacible localidad que recibe gustosa al visitante y que quiere que el turismo sea su motor de desarrollo. Atractivos, además del propio puerto, no le faltan. Mutriku tiene un casco urbano notable y un paraje natural privilegiado, del que la playa de Saturrarán es el mejor, pero, no único, ejemplo.