Recorrer este personalísimo barrio de Granada es trasladarse al origen del asentamiento granadino, y así lo atestiguan las callejuelas de fisonomía medieval y árabe, donde el laberinto de sus calles empedradas y el verde muro de sus cipreses, los más sofisticados cármenes (hermosas caas con jardín interior) o los numerosos aljibes harán volar la imaginación del visitante.
Pero es además un barrio que no se ha dormido en los laureles de su pasado, sino que es un núcleo vivo y distinto, casi alejado de Granada. «Granada y su Albaycín» decían las crónicas de Isabel La Católica.
No está de más perderse por sus laberínticas arterias y deleitarse con la arquitectura popular, pero también hay algunos puntos de interés que no deben olvidarse, como la puerta de Elvira.