Palencia, ciudad bella y desconocida

La primera vez que estuve en Palencia me llevé la impresión de una ciudad que, conociendo mis gustos, debería haber visitado antes. Los rincones de su centro histórico y el legado monumental que ofrece hacen que mereza mucho la pena detenerse unos días en ella. Por algo a su elegantísima catedral la conocen como la Bella Desconocida. Casi se podría decir lo mismo de toda la ciudad.

Porque Palencia cobró fama y vida a raiz de la construcción de su primer templo catedralicio, allá por el siglo XI. Ciudad tranquila y sosegada donde las haya, todo empieza a cambiar a medida que uno se inmiscuye en los vericuetos de la calle Mayor. Sus soportales nos conducen hasta la esbelta Plaza Mayor, construida en el siglo XVII, y que alberga el Ayuntamiento y la Iglesia de San Francisco, edificada en el siglo XIII.

Cerca de esta plaza se hallan otros monumentos, como las iglesias de Santa Clara, del siglo XIV, San Lázaro, del XVI, y especialmente la de San Miguel, situada en el animado barrio del Mercado, y que fue construida entre los siglos XII y XIII. Todas ellas preámbulo del verdadero templo al que hemos venido a visitar, mejorando lo presente, como se suele decir, ¿verdad?.

Porque apenas a unos centenares de pasos se levanta la preciosa Catedral de Palencia, la Bella Desconocida, la que eternamente vive a la sombra de las catedrales de León y Burgos, pero que posiblemente poco tenga que envidiarles. La actual que vemos fue construida entre los siglos XIV y XVI sobre una iglesia anterior del siglo XI. De su aspecto exterior destaca la torre, que veréis mejor desde la Plaza de la Inmaculada.

Podéis acceder al interior por la Puerta de los Novios, la del Obispo o la de los Reyes. De ellas a mí me apasiona la del Obispo, perfectamente decorada. Ya una vez dentro resalta poderosamente el retablo plateresco de la Capilla Mayor, el coro y, sobre todo, la cripta de la Cueva de San Antolín, la parte más antigua de la catedral, ya que pertenecía a la primera iglesia que se construyó en el siglo XI.

Ya que estáis, no dejéis de pasar por el Museo Catedralicio, situado en el claustro, que cuenta con interesantes obras, tanto pinturas como orfebrería religiosa.

Os recomiendo Palencia, totalmente. Un pequeño paseo por sus callejuelas a la caída de la tarde y, en el esplendor de la noche, la silueta iluminada de su catedral. Os lo recomiendo, de veras. El corazón de la Tierra de Campos, la Bella Desconocida.

Foto Vía Españame

 

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