Archivo -febrero 2011

Talavera de la Reina, la ciudad de la cerámica

De Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, apenas conocía realmente sus célebres cerámicas, y porque había comprado años ha algunas cosillas en Toledo. Pero, realmente, poco más. Hasta que un día decidimos pasar por allí a ver qué se contaban sus calles, plazas y monumentos. Y con esto que nos encontramos…

Principalmente con una Talavera de la Reina que aún intenta conservar parte de su poderoso pasado. Dentro de su centro histórico aún podemos ver ciertas reminiscencias de su legado, en forma de arcos, restos de murallas, casas nobiliarias, principalmente del siglo XVIII, y algunas iglesias de interés.

Precisamente de esas iglesias la más interesante e importante de Talavera es la Colegiata de Santa María la Mayor, construida entre los siglos XII y XV, aunque la fachada barroca, como veréis, es de época posterior. De ella os destacaría ciertos detalles, como el rosetón, la torre y el claustro. Ya creo que os he dicho en otra ocasión que soy un enamorado de los claustros, ¿no?.

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La Costa da Morte en La Coruña

Desde la punta del Monte Louro, en la preciosa y coqueta Muros, hasta la suave ensenada de Caión. Un recorrido por la costa occidental de la provincia de La Coruña, un vetusto camino de mar y leyendas, de rugidos impetuosos de espuma y el sabor insondable de más de un centenar de naufragios.

Es la Costa da Morte, un paisaje de contrastes, de pequeñas rías y amplios arenales. Costa de abruptos acantilados y pequeños pueblos pintorescos abrazados a las rocas. Iniciaríamos nuestro recorrido en Muros, a unos cien kilómetros al sur de La Coruña. Su centro histórico es Conjunto Histórico Artístico desde 1970, villa de rancio sabor marinero, de callejuelas y soportales que se asoman al mar.

De Muros llegamos a Carnota, separadas apenas por quince kilómetros. Aquí se encuentra el Hórreo de Carnota, uno de los más conocidos de Galicia, de más de 34 metros de largo, además de la Iglesia de Santa Comba de Carnota, del siglo XVIII, y la Iglesia de San Mamede.

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La Giralda y la Catedral de Sevilla

Lo de Sevilla tiene un color especial no lo inventaron Los del Río. Me niego a pensar que jamás en la historia de esta ciudad nadie lo dijera antes. Porque Sevilla es la sensibilidad hecha arte, a orillas del Guadalquivir. Peinada por el sol extremo que se descuelga por aquí en verano, no nos resultaría nada complicado enumerar algunos de los mejores monumentos de Sevilla, ¿verdad?.

Desde la Giralda a la Torre del Oro, pasando por su extensa y poderosa catedral. Sevilla se mira impaciente en el reflejo del río que la separa de Triana. La Giralda luce orgullosa en el cielo sevillano desde hace casi mil años. Fue construida a finales del siglo XII como minarete de la vieja mezquita, hoy convertida en el primer templo catedralicio. Sus cien metros de altura son el exponente del amor que ya sentían los musulmanes por Ishbiliya, conocida más tarde como Shbilya.

No es difícil subir a la Giralda, ya que en su interior hay una rampa que os facilita la subida. Se tarda un poquito en subir, eso sí es verdad, pero las vistas desde el campanario merecen la pena. Antes de subir, fijaros en la estatua de bronce de más de siete metros que hay en la parte superior de la Giralda. Se trata del Giraldillo, una de las estatuas más célebres y conocidas del renacimiento andaluz.

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Jaca, a los pies del Pirineo en Huesca

Hace mucho frío en invierno en Jaca. Después de una noche de intensa nevada, es posible incluso, más que posible, que sus calles estén heladas. Pero claro, como dice mi buen hostelero, lo normal en invierno es esto, que haga frío. Lo contrario ya me haría sospechar y me pondría francamente nervioso.

El clima y la historia siempre han sido dos grandes argumentos para venir a Jaca. La fina película de nieve que se atisba allá en el Pirineo aragonés atrae cada año a miles y miles de turistas ávidos de lanzarse por sus pistas de esquí.

Hay otros, entre los que me encuentro, que prefieren el arrullo de una buena chimenea, seguir los pasos cansados de las piedras de la ciudad, y perderse por los rincones y vericuetos de una ciudad peregrina, destino de muchos de los que, semanas más tarde, estarán rezando a los pies del apóstol en Compostela.

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El centro histórico de Pontevedra

Seguro que muchos turistas pasean por Pontevedra sin saber que caminan por la antigua Vía XIX romana. Allí hunde sus raíces inmemoriales la capital pontevedresa. Sin embargo, lo que nos rodea tiene una planta medieval que no hay quien se la quite, como diría un buen amigo.

Calles, plazas, iglesias y conventos saludan al caminante que se prenda de Pontevedra. Desde la Iglesia de San Francisco, del siglo XIII, hasta la de San Bartolomeu o Novo, terminada en el XVIII, pasando cómo no por la Basílica de Santa María a Maior, tal vez el templo más importante de la ciudad.

Porque Pontevedra ofrece en la impronta de sus muros todos los estilos arquitectónicos. Y dentro de cualquiera de estas tres iglesias anteriores el arte en forma de pinturas, sepulcros y esculturas es unánime.

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Hellín, callejuelas y tambores de Semana Santa

¿Os gustan las ciudades y los pueblos que aún conservan un cierto sabor medieval?. A mí me encantan los pueblos que aún duermen el legado monumental de los siglos, los rincones en los que el aroma de sus callejuelas aún lleva adherido el paso del tiempo. Pueblos y ciudades de largas balconadas de madera, plazas con soportales, calles empedradas…

Uno de estos lugares es Hellín, en la provincia de Albacete. A Hellín seguro que muchos la conocéis por sus famosas tamboradas de Semana Santa, ¿verdad?. Pero Hellín aún guarda en el embrujo de sus pequeñas callejuelas el gusto por lo antiguo y medieval, el soniquete de leyendas, el recuerdo de su pasado musulmán.

Porque Hellín es de esas viejas ciudades musulmanas que contaba con su zoco y su judería. Aunque, curiosamente, su monumento más significativo provenga de mucho antes. A unos once kilómetros de la ciudad se halla el Tolmo de Minateda, un antiguo poblado ibérico en el que se han encontrado pinturas rupestres. Muchos de los hallazgos arqueológicos de este poblado se pueden ver en el Museo Comarcal de Hellín.

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Pueblos a visitar en Formentera

Curiosa la historia que me contaron en mi pequeño hostal de La Savina, en la isla de Formentera. ¿Sabíais que durante los siglos XIV al XVII esta isla, hoy uno de los mejores destinos turísticos del Mediterráneo, estuvo deshabitada por culpa de los ataques de los piratas berberiscos?.

Pues sí, y no parece que vinieran con muchas ganas de fiesta que digamos. Formentera comenzó a poblarse nuevamente en el siglo XVIII, con la llegada de muchos ibicencos. Aún así es una preciosa isla, muy tranquila y de enormes bellezas naturales. Me encantó perderme por su carretera e ir disfrutando de sus pueblitos.

Estuve alojado en La Savina, donde se halla el puerto por el que se llega a Formentera. Por ese motivo siempre veréis mucho trasiego de gente, especialmente en verano, claro. Recuerdo que desde la ventana de mi hostal se veía el mar, el puerto, y, un poco más allá, la Punta des Borronar, con su torre de vigilancia del siglo XVIII.

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